The Hole in the Ground – reseña de Mario González Suárez
No sé por qué prejuicio o estrechez de cráneo las distribuidoras de películas extranjeras en Latinoamérica le agregan a las cintas clasificadas como de terror los manidos adjetivos de diabólico, infernal, maldito, del diablo, de la muerte, del infierno y un etcétera de malignas tonterías. Esa imaginación de hormiga ha querido titular la película irlandesa The Hole in the Ground como El bosque maldito, sin siquiera percatarse de que ya existía El bosque maldito (The Woods, 2006).
The Hole in the Ground es la casi folklórica historia del niño cambiado, muy propia de los irlandeses y esos lugares donde se dan los duendes y las hadas. Sarah O’neill se ha mudado con su pequeño hijo Chris a una gran casa en el campo, precisamente en medio de esos bosques donde prosperan las leyendas. Al parecer, ella viene huyendo o por lo menos tratando de tomar distancia del padre de su hijo, nunca se dice qué pasó pero la ha dejado herida.
Chris es un niño temperamental, y a los días de vivir en su nueva casa, en un arrebato, se echa a correr al bosque.
Chris es un niño temperamental, y a los días de vivir en su nueva casa, en un arrebato, se echa a correr al bosque. Su madre va tras él y se detiene al llegar al borde de un gran hole in the ground en medio de los pinos. Esa boca de tierra la aterra, sí parece la entrada al inframundo, es la imagen más sobrecogedora de la película. Paralizada al filo del abismo durante la eternidad de unos instantes de pronto escucha la voz de su hijo detrás de ella, desaparece la tensión, lo abraza y regresan juntos y reconciliados a la casa.
A partir de entonces surge la suspicacia de Sarah respecto a su hijo, empieza a mirarlo con otros ojos, a percibir minúsculos cambios en él hasta convencerse de que ese niño no es el mismo, es decir que ese niño no es su hijo. Sarah tiene por vecinos a una pareja de gente mayor, ella es una vieja deschavetada que se le atraviesa en la carretera; el marido de ésta finge que no pasa nada, que su esposa está así desde el fatal accidente en que murió su hijo. En el pueblo corre el rumor de que en realidad ella mató al niño, y es la anciana la que le avisa a Sarah que Chris ya no es su hijo. Los niños están aún muy cerca del lugar de donde han venido y a donde pueden regresar. Los duendes son las criaturas que no se lograron, que viven en el umbral bajo la mirada de la madre devoradora.
En la primera secuencia de la película vemos la premonición de lo que le ha de suceder a Chris. El pequeño se mira en el espejo deformante de una atracción de feria. Cuando Sarah se convence de que el niño que tiene en casa no es Chris, lo enfrenta y lo encierra para salir a buscarlo bajo tierra. Ésta será una lucha a muerte entre dos madres, la madre Tierra y Sarah, la madre ctónica y la madre nutricia que se disputan a todos los hijos. Buen primer largometraje del escritor irlandés Lee Cronin, que le da un nuevo aire a este tópico de los niños cambiados.
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