La fotografía cambió el mundo.

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En esta nota Juan Carlos M. Rosas destaca algunos puntos sobre cómo la fotografía cambió el mundo

Quizá la aseveración que da título a este texto pueda sonarte exagerada, pero ¿no hace poco le tomaste una fotografía a eso que no querías olvidar? ¿No cotidianamente ves las imágenes de lo que acontece en diversas partes del mundo, incluso aspectos de las galaxias más lejanas desplazando no más allá de tus dedos? Piensa también en que pudiste ver en una aplicación o navegado web el aspecto aproximado del punto en la ciudad al que estás por dirigirte, que a través de fotografías pudiste constatar cómo se encuentran tus amigos y familiares, a la par que descubriste cómo era el mundo a principios del siglo XX en aquella ida al museo, y un muy lago etcétera.

Video, cine, realidad virtual, todos derivan de la fotografía.

Viviendo en una ciudad es prácticamente imposible salir a la calle sin ser captado en algún momento por una cámara, aún siendo muy breve nuestra incursión. La fotografía y sus medios derivados están plenamente integrados en nuestra vida cotidiana, ¡y pensar que no han pasado ni 200 años desde aquellos primeros experimentos de Niépce con betún de judea!

Aquella famosa Vista desde la ventana en Le Gras data de 1827, y es considerada la fotografía más antigua que se conserva. La primera irremediablemente no llegó a nuestros ojos, mucho menos podemos especificar quién haya sido su autor, sólo podemos afirmar que durante la primera mitad del siglo XIX se incrementaron los experimentos con substancias fotosensibles, es decir, aquellas que se obscurecen al ser expuestas a la luz.

También podemos afirmar que la fotografía no es invento de una persona, sino de una época.

Si bien los trabajos para darle origen se concentraron en Europa, en América Hércules Florence, francés asentado en Brasil, y el mexicano José Manuel Herrera, desarrollaron por su cuenta procesos fotográficos con mayor o menor éxito.

Lo complicado para aquellos pioneros no fue generar una imagen, si no conservarla. Era relativamente sencillo impregnar una superficie con el químico adecuado, colocar en ella objetos varios, y atestiguar como al cabo de un tiempo milagrosamente el contorno de las cosas quedaba marcado en el papel con minucioso detalle. Sin embargo, si se permitía que la luz siguiera actuando, la preciada imagen se desvanecía. Fue sólo tras años de repetidos fracasos y pequeños triunfos con cualquier clase de substancias (Florence llegó a intentar fijar la imagen con orina, de acuerdo con sus registros) que se logró la permanencia de la imagen, al grado de que estas pudieran llegar a nuestros días.

Para que Niépce pudiera registrar la vista desde su ventana fue necesario que la placa se expusiera en el interior de la cámara durante horas. Así, el siguiente reto tras asegurar la permanencia de la imagen fue reducir este tiempo hasta llegar a fracciones de segundo, a la par que el proceso se fue simplificando cada vez más. Hoy hacemos fotografías casi sin darnos cuenta, cuando hace no mucho había fotógrafos que aún llevaban a cuestas un cuarto obscuro portátil, incluso puede parecernos una eternidad el esperar una hora el proceso de revelado e impresión que llevaban a cabo los minilabs, tan populares apenas a principio de este siglo.

La fotografía cambió el mundo, y la fotografía en sí ha cambiado y sigue transformándose sin parar.

¿qué tanto ha cambiado nuestra manera de verla, qué tan conscientes somos de su presencia? ¿Cuál ha sido la trascendencia de la fotografía en nuestro país? ¿Cuál es el panorama actual de la fotografía en México?

Todas estas y muchas más preguntas afines no tienen una respuesta sencilla, ni breve, de ahí la trascendencia de estudiar la historia del medio fotográfico como vía para dimensionar su papel en nuestra cotidianidad. 

Juan Carlos Mejía Rosas es profesor en School of Photography and Visual Media y artista visual.