La exposición 365 de Eugenio Recuenco, en la Galería Camera Work, en reseña de Beatriz Díaz.
De pronto vino a mi mente una exposición que vi en la Galería Camera Work de Berlin: 365 de Eugenio Recuenco. Creo que lo que recordé fue esta idea de estar entre cuatro paredes pensando que los límites no son de concreto. Que dentro de ese encierro hay miles de posibilidades.
La serie 365 es básicamente un calendario. Para cada día hay una foto. La base tipológica y la consistencia técnica agrupa muy bien a la serie. En teoría todo está hecho en una habitación vacía, quizás la celda de una cárcel o el encierro de un monasterio. En tonos ocres y oscuros, las cajas de luz gingantes, hacían que estas 365 fotografías se vieran como si fuera un mundo lleno de puertas o ventanas, ocurría una experiencia muy contradictoria y alucinante sobre estar adentro o afuera. Aclaro, yo no vi las 365 fotos, quizás una tercera parte solamente, pues las dimensiones de la galería Camera Work, son limitadas. Aún así, no quedaba espacio ni para el parpadeo de mis ojos.
Este calendario, según Eugenio Recuenco, surge de la necesidad de compartir su visión sobre las imágenes que le han dado forma al mundo. Es una especie de recuento del pasado a partir de lo que hemos visto en la historia, y más aún, a la memoria social. Sin duda una actitud muy postmoderna, hiperseductora, que me causa un poco de ansiedad por su anacronismo.
Cada fotografía presenta a uno o más personajes en una determinada situación, que generalmente es surreal o irónica. Hay muchísima relación con la fotografía de moda y un retoque verdaderamente impecable. Para entender el proyecto en su totalidad hay que saber mucho de historia, tener muchas referencias visuales y conocer la cultura moderna, sino, no hace mucho sentido.
El poder que tienen estas fotografías ahora para mi, es el de la liberadora imaginación, ese respiro que necesitamos para derribar los muros y pensar que hay salida. No todo se limita a la información, hay que pensar que el mundo real ya no es suficiente, quizás nunca lo fue. Los territorios conocidos de nuestro hogar, los resquicios de nuestra mente, son los lugares más ilimitados y más grandes que existen y quizás todavía no los conocemos.
Mira el proyecto completo en el sitio de Eugenio Recuenco